El conjunto de Flick llega en el mejor momento de la temporada tras haber completado un mes de octubre perfecto, venciendo a rivales de la altura de Sevilla, Bayern, Real Madrid y Espanyol. En todos estos encuentros hemos visto un vendaval ofensivo por parte de los culés, que ya cuentan con cincuenta goles en apenas quince partidos esta temporada. En el lado defensivo, Iñaki Peña quiere seguir reivindicándose tras su gran partido en el Bernabéu, e Iñigo Martínez seguirá liderando la trampa del fuera de juego que tanto caracteriza a este equipo.

Aún así, el panorama culé en Champions no es del todo perfecto, estando en una décima posición que les obligaría a jugar playoffs. El Barça quiere seguir subiendo escalones hacia la cima de la clasificación (liderada por el Aston Villa de Unai Emery) y para ello debe sumar de tres en su visita a la capital serbia.

Desde 1996 no se enfrentaban estos dos equipos, en un partido de Recopa de Europa que terminó en empate a uno. Actualmente, el Estrella Roja no es está ni cerca de su etapa más gloriosa, aunque sigue siendo dominador de su liga nacional y un habitual en competiciones europeas.

Su entrenador es el serbio Vladan Milojevic, y cuenta con jugadores interesantes como Rade Krunic (ex-jugador del Milán), Silas (cedido por el Stuttgart) o el goleador Cherif Ndiaye. También destacar las declaraciones de la joven perla serbia, Andrija Maksimovic, que se ha mostrado ambicioso: “Quiero demostrar que soy mejor que Lamine”. Sin embargo, el principal atractivo de este equipo es su radical afición, que en partidos de importancia se hace notar con el humo y el color de bengalas rojas, mostrando un escenario que intimida hasta a los jugadores más experimentados. Buscando atemorizar a sus rivales, la afición serbia representa un "infierno rojo" del que tendrán que sobrevivir los chicos de Flick si quieren seguir creciendo en esta edición de la Champions.