Domingo 12 de enero, los jugadores, cuerpo técnico y afición del Bahía de Algeciras se disponen a coger un autobús rumbo a Paterna de Rivera rebosantes de ilusión y nervios, sin saber el infierno que allí les espera. El silbato de Alberto Álvarez Bellido daba comienzo al encuentro, tras unos primeros 45 minutos de tensión y fútbol ambos equipos se marchaban rumbo a vestuarios con cero a cero en el marcador. Ya en la segunda parte, instantes después del gol local, una botella de plástico cae al campo desde la grada visitante, indicándose así correctamente en el acta del partido: 'En el minuto 60, tras la señalización de un tiro libre directo, una botella de plástico cae sobre la mitad del terreno de juego, en la zona más próxima a los banquillos, sin llegar a impactar en ninguna persona. Dicho objeto procedía de la grada visitante'. 

Comienza el linchamiento

Llegado el minuto 78, Soleymane Mouiha, jugador del equipo visitante, anotaba el gol del empate, chispa que prendió la mecha de la locura. La red aún temblaba con el gol cuando el estadio se desbordó como un río en plena crecida, arrastrando todo a su paso, en un abrir y cerrar de ojos el terreno de juego había sido invadido por decenas de aficionados locales, que junto a los jugadores y cuerpo técnico paterneros, perseguían a los algecireños como si de caza menor se tratara, ante el esfuerzo en vano de unos pocos por apaciguar los ánimos. 

Las agresiones no solo se dieron en el césped, sino que continuaron en la zona de vestuarios y en la salida del estadio, donde según los presentes y las propias víctimas, el jugador del Bahía de Algeciras, José Antonio Saavedra, fue encerrado contra su voluntad en una de las dependencias del estadio y golpeado salvajemente por un miembro del Rivera y uno de sus jugadores.

Ya en la salida, Daniel Férnandez, integrante del conjunto visitante, fue acorralado y 'amenazado de muerte' con una navaja en el cuello, por parte de un aficionado local. Además, el presidente del club algecireño, José Manuel Fernández, fue víctima de una brutal paliza perpetuada por entre diez y veinte aficionados y jugadores locales, golpiza de la que hay pruebas gráficas. Tanto el Bahía de Algeciras como las víctimas a nivel personal ya se han encargado de denunciar los hechos a Policía Nacional y Federación. Cabe destacar la poca profesionalidad y actitud temeraria que mostraron los dos agentes de la Policía Municipal que se personaron en el escenario, que más allá de prestar sus servicios a los afectados le quitaron importancia a la situación y se negaron a escoltar al Bahía de Algeciras en el camino de vuelta a su autobús, teniendo que requerirse así la asistencia de Guardia Civil.