Demagogia barata, obligación de barro
Paiporta, 3 de noviembre de 2024. Fuimos testigos de una escena histórica, tan denigrante como comprensible. Presentarse ante tal desgracia, cinco días después, interrumpiendo un trabajo interminable con fotógrafos atentos a captar cada apretón de manos, cada abrazo, sin coordinación autonomía-gobierno y esperar un recibimiento entre aplausos, es de inconsciente. Las cámaras no captaron aplausos, sino arrojamientos, y no de tomates. Como si de una mala actuación de teatro se tratase, la frutería también fue devastada por el mismo barro que arrojaron en su lugar.
El Rey, acompañado de un tan avergonzado como vergonzoso Carlos Mazón a su vera, fue encerrado entre una muchedumbre indignada que inspiraba polvo y expiraba sentimientos de rencor. Lo que fue un acto de demagogia de principio a fin, se supo arreglar con un acto de valentía de quien recibió un 'barrazo' de realidad, e ignorando los protocolos de seguridad, decidió acercarse y escuchar de cerca el deseo de desahogo detrás de los gritos de "Fuera" y "Asesinos". Al fin y al cabo, es insuficiente para aquellos que lo han perdido todo, pero demasiado para aquel que, a pesar de ser el Capitán General de las Fuerzas Armadas y el Jefe del Estado, no tiene potestad ni para enviar a las Fuerzas Armadas, ni para declarar un estado de alarma nacional.
Carlos Mazón, máximo responsable, con una cara descompuesta por la vergüenza y sin aliento ni la valentía suficiente para dar la cara frente a su pueblo. Por último, un Pedro Sánchez, que tan rápido como se activó el protocolo de seguridad, giró sobre su eje, y tapó su temor con paraguas y volvió a su zona de confort: los micrófonos.
Unas imágenes para el olvido, una gestión lamentable, y el sumatorio de todos los daños personales y materiales no van a quedar en el olvido, seguramente sí para los que viven entre corbatas y carteras, pero no para los afectados. Ni para los miles de voluntarios, ni siquiera por las almas de todos los que no han podido ser rescatados antes. La escena de ayer era algo más que necesario, no para esos que han sido 'consolados' por sus majestades, sino para los que se han dado un golpe de realidad y han visto lo que siente el pueblo más allá de los telediarios. Porque estos días me han dejado observar varios aspectos que van a traer consigo unas consecuencias mayores a las esperadas: que el Rey vuelve a verse expuesto en una posición de inhabilitación política al igual que ocurrió con la Ley de Amnistía, que los políticos demuestran una vez más que no es la población la que está seccionada, sino que son ellos la que la seccionan con discursos de lo más antipatrióticos por todas las bancadas del Congreso de los Diputados. Por último, y más evidente, solo el pueblo ayuda al pueblo: no como menosprecio a aquellas fuerzas enviadas, pues también han demostrado honorablemente que forman parte de este.