Perder las formas, tener la razón
Lo de Pablo Motos y David Broncano cansa ya. Una vez más, sigue el enfrentamiento entre El Hormiguero y La Revuelta. Otro titular encabezado por Motos y Broncano. Qué cansancio.
Los medios de comunicación han pasado de ser esas cosas que difunden mensajes —algo que tal vez nunca haya existido—, a ser el terreno de juego en que varios agentes, grupos o personas pelean por generar un discurso único. Todo con el fin de ganar la máxima cuota de audiencia posible. Estos medios de comunicación, que ahora llamamos Mass Media, son eso, medios para llegar a millones de personas que se verán expuestas a tu mensaje, tu discurso, tus palabras y, en consecuencia, a tu relato de los hechos, que marcará e influirá en que la gente vea el mundo como tú se lo presentas. Ahora bien, ¿lo de El Hormiguero y La Revuelta? Es entendible que representa a una división social, que muestra dos puntos de vista bien distintos, con dos modelos de presentar las cosas y crear entretenimiento que poco o nada pueden tener que ver; y de esto quiero hablar.
Tengo la suerte de contar en mi vida con personas muy diferentes; aplicable a esto, cuento con gente cercana que ve La Revuelta y otra tanta que ve El Hormiguero. Y es curioso como, da igual con quién hable, siempre se destacan las mismas cuestiones para hablar del programa de Broncano, ya sea para alabarla o para criticarla: que si tiene un humor absurdo, que si es demasiado irreverente o bruta... Es que estamos todos de acuerdo: Grison, Ricardo, Broncano y el tono general de su programa son brutos, irreverentes, y hasta a quien más les pueda gustar admitirá que pueden pasarse en ciertos momentos —especialmente tras el final del horario infantil—. No solo las personas que componen el programa; los invitados que van se dejan llevar por el espíritu del programa, uniéndose a este festival de insultos y referencias 'no-para-todos-los-públicos'.
Ahora bien, ¿y El Hormiguero? Porque más allá de acusar a Pablo Motos de ser una persona rancia, no he oído demasiadas críticas contra lo que es su programa en sí. Porque a diferencia de su competidor de RTVE, el programa de Motos tiene unas apariencias más formales y esperables de un programa tradicional de entrevistas a famosos, acordes tal vez a su público, menos joven y exaltado que el de Broncano. Esto no implica, por otra parte, que sean más educados o mejores que sus competidores: mientras que unos humorizan sobre la competencia, otros deciden recurrir, y aparentemente desde hace algún tiempo, a mecanismos para torpedear no sólo el potencial alcance de su programa, sino también el trabajo de las personas tras la organización del programa.
Y podría parecer que es sólo una parte más de este toma y daca en la competición por liderar en audiencias, pero es que, si realmente esta práctica se lleva dando tanto tiempo, deberíamos primero revisar un poco cómo actúa El Hormiguero y el lugar en el que está. Porque puede no gustarte uno u otro e incluso ninguno de los dos, y es comprensible esa competitividad, pero no lo es esta guerra sucia. He aquí la odiosa comparación: La Revuelta, tan absurda y tan burlona, a veces tan maleducada, nos puede demostrar que El Hormiguero, tan formal y estructurado, tan 'correcto' (relativamente) y tradicional, es quien realmente busca insultar a sus rivales; porque como ya ha dicho hoy Broncano, "hubiera preferido que respondieran a nuestros chistes con más chistes (...) y no con esto".
Porque independientemente de esta competencia, de qué visión del mundo representen Broncano o Motos, o RTVE y Atresmedia, esto va de que un programa cuyo objetivo debería ser, en principio, informar a las personas, tiene la capacidad de impedir y vetar a personas en otros programas si quieren o pueden. Queda demostrado, una vez más, que no por perder las formas pierdes la razón; y que no por ser educado y hablar de libertad implica que, en privado, actúes en consecuencia.